Hace 36 años, Joaquín Fernández Santomé, Quinocho, falleció en las oficinas del Real Club Celta de Vigo
Joaquín Fernández Santomé (Vigo, 1933-1988) es un nombre que siempre estará en el corazón del Celta de Vigo y de sus aficionados por su amor hacia el club y el hecho de defenderlo hasta el último de sus días.
Tal día como hoy, hace 36 años, un 20 de octubre de 1988, Quinocho se encontraba ultimando el viaje del equipo a San Sebastián correspondiente a la octava jornada liguera. Minutos después, dos encapuchados, armados con un cuchillo y un revólver, entraron requiriendo las 100.000 pesetas del coste del viaje, lo que acabaría con la vida del directivo vigués.
La carrera deportiva de Quinocho
Fernández Santomé comenzó jugando el fútbol en las categorías inferiores del San Roque Casablanca, el equipo de su barrio, como extremo, aunque acabaría completando una grandísima trayectoria como defensor central.
A los 19 años, ya en el Celta de Vigo, se reconvirtió en defensa antes de recalar en el Racing de Ferrol durante tres meses para completar su formación. Finalmente, debutaría, en un amistoso, un 6 de enero de 1954 contra el Independiente argentino, que se encontraba de gira por España.
Ante 20.000 espectadores, Quinocho se salió y esa misma semana lo llevaron a las oficinas del club, que en aquel entonces se situaban en la Calle Reconquista y no en el estadio, para que pudiera debutar el día 10 contra el Racing de Santander en El Sardinero.
Sumaría 202 partidos, durante nueve temporadas, con la camiseta celeste, convirtiéndose en una leyenda del club. Años más tarde, en 1963, y tras quedar libre, firmaba por el Castellón. A orillas del Mediterráneo disputó sus dos últimas temporadas como jugador antes de convertirse en secretario técnico. Ya en 1974, el presidente del Celta de Vigo, Antonio Vázquez, lo repescaba para volver al club de sus amores en calidad de directivo.
El asesinato de la leyenda celeste
A las 18:25 del 20 de octubre de 1988, todo cambiaría en la historia del Celta de Vigo. Aquella tarde otoñal, Fernández Santomé se encontraba ultimando el viaje del equipo a San Sebastián. Minutos después y mientras hablaba por teléfono con su homóloga del Deportivo de La Coruña, Berta Vales, recibió una llamada en su puerta.
Dos encapuchados, armados con un cuchillo y un revólver, entraron requiriendo las 100.000 pesetas destinadas al desplazamiento, unos 1.500 euros al cambio actual. Quinocho se defendió lanzándoles un cenicero y exigiéndoles que se fueran; a lo que los atracadores respondieron con varias puñaladas directas al corazón. Quinocho llegó al hospital Povisa de Vigo, ya fallecido, sin que los médicos pudieran hacer nada por salvarle la vida.
José Bernárdez y Antonio Marcote, autores materiales del crimen, serían condenados a 34 años de prisión poco después. Mientras que Luis Gallego, autor del plan, a 17 años.
Los homenajes post mortem
Su entierro es recordado como uno de los más multitudinarios y emotivos de la historia de Vigo. Unos 10.000 aficionados se dieron cita en Balaídos, el 22 de octubre, para asistir a la homilía en su honor.
Del estadio municipal saldría a hombros de los jugadores del primer equipo rumbo al cementerio de Pereiró, situado muy cerca del templo celeste, donde cada año el Celta le rinde un homenaje junto a su familia.
Un año después y a título póstumo, sería reconocido como Vigués Distinguido y recibiría la Medalla de Plata al Mérito Deportivo del Consejo Superior de Deportes.
Finalmente, en 1995 nacía el Trofeo Memorial Quinocho, organizado por el club y tradicional partido de presentación del equipo cada temporada.
En el año 2012, el club decidió rendir homenaje a sus leyendas creando vinilos con el nombre de cada jugador que adornaban cada puerta de acceso al estadio. El defensa ocupaba la simbólica Puerta 0, que otorga el acceso a las zonas VIP del Estadio de Balaídos. Sin embargo, con la remodelación de la grada de Tribuna, fue eliminado.