Xavi fue quien potenció a muchos de los jóvenes talentos que hoy brillan en Can Barça.
«Para entender el presente, hay que conocer el pasado». Seguramente hayas leído o escuchado alguna vez esta frase, pronunciada por primera vez por Carl Sagan, científico y astrónomo norteamericano, en 1977. Si aplicamos la lógica de este reconocido estudioso del cosmos, nos encontramos que sería imposible comprender el rotundo éxito del Barcelona de Hans-Dieter Flick sin el trabajo previo de Xavi Hernández, quien fuera uno de los padres de la criatura del mejor Barça de la historia vestido de jugador sembró la semilla de los frutos que, tiempo después, su teutón sucesor en el banquillo blaugrana está cosechando.
De no competir a ganar: el cambio de mentalidad
Xavi regresó al club de su vida un 8 de noviembre de 2021 en el peor contexto posible. Un equipo hundido, 9° en 12 jornadas de Liga luego de la traumática salida de Lionel Messi y del pésimo trabajo de Ronald Koeman, lo esperaba. Además, una situación económica condicionante que, incluso, lo obligaría a pagar de su propio bolsillo para volver. Pese a todas las piedras en su camino, lograría encauzar la situación y recuperar la ilusión en una afición barcelonista que, pese a no celebrar ningún título, se vería representada nuevamente en el terreno de juego. Actuaciones rutilantes como el 0-4 en el Santiago Bernabéu, entre algunas otras, fueron el fiel reflejo de ello.
A la temporada siguiente, finalmente se tocaría metal: una Supercopa de España y un trofeo de Liga, ambos cimentados en la solidez defensiva y en la efectividad en ambas áreas, serían la ratificación de que, por fin, el Barcelona había vuelto. O al menos, eso pensábamos en ese momento.
La Masía al rescate
Es en el olvidable curso 2023/24 en el que se empezaron a sentar las bases de lo que hoy vemos en la aplanadora de Flick. Ya sin más «palancas económicas» que activar, no quedó otra que recurrir a los jóvenes, el mayor patrimonio de la institución catalana. Y vaya si la respuesta fue buena: Pau Cubarsí, Héctor Fort, Fermín López o Lamine Yamal asomaron la cabeza y no se fueron nunca más del primer equipo. Hoy, el primero y el último son dos piezas indiscutibles que, a sus 17 años, juegan con una superioridad y una madurez impropias de dos menores de edad. Marc Casadó, además, también realizó alguna aparición esporádica durante esa temporada, aunque lejos estaba de pensarse que sería lo que es hoy: uno de los mejores mediocampistas de Europa.
El legado azulgrana de Xavi es imborrable. Pese a su desprolija marcha en mayo, el tiempo pondrá en su lugar a un verdadero hombre de club. Los éxitos de este Barça, en mayor o menor medida, serán un poco suyos también.