El Levante UD sigue viviendo tiempos turbulentos en Orriols. Felipe Miñambres, director deportivo del club, ha decidido rescindir su contrato, que había renovado hasta 2027 hace apenas un mes, aunque seguirá en el cargo hasta junio. La salida del astorgano no es el único cambio en el organigrama granota: también ha dimitido Antonio Carmona, segundo entrenador de Julián Calero, y se ha producido el cese de Euge Ribera, técnico del filial. La crisis deportiva y económica sigue sacudiendo al equipo, que lucha por el ascenso en medio de una reestructuración forzosa.
Un adiós inesperado tras una renovación reciente
La salida de Felipe Miñambres ha sorprendido tanto a la afición como a la propia estructura del club. A principios de enero, el director deportivo confirmó que alcanzó un acuerdo para extender su contrato hasta 2027, un movimiento que fue celebrado por el propio entrenador, Julián Calero:
«Felipe le da estabilidad, tranquilidad y trabajo al club», afirmó en su momento. Sin embargo, la dura realidad financiera del Levante ha llevado a un giro inesperado en los acontecimientos.
Según informó la Cadena SER, el club planteó a Miñambres una reducción salarial significativa después del mercado de invierno, dentro de una estrategia de recortes para aliviar la crisis económica heredada de la gestión de Quico Catalán. La respuesta del director deportivo fue contundente: «Por el salario ofrecido, era mejor no ampliar el contrato e interrumpir mi vinculación con el Levante», declaró en su despedida.
Miñambres ha explicado que recibió un mensaje del consejero delegado, Pepe Danvila, en el que le proponían una rebaja drástica de su sueldo. Tras intentar negociar, la falta de entendimiento llevó a su salida definitiva. «Me da tristeza no estar hasta el final», confesó el astorgano.
Desbandada en el cuerpo técnico: Carmona y Euge Ribera también fuera
A la salida de Miñambres se suma la dimisión de Antonio Carmona, segundo entrenador de Calero. Su marcha responde a otro ajuste económico dentro del club, que ha decidido no buscar un sustituto para su puesto. En su lugar, el cuerpo técnico se reorganizará con Roberto Ovejero, Borja Montero, Vicente Benítez e Iñaki Aizpurua.
Por otro lado, el Levante Atlético, filial granota, atraviesa una situación delicada, más cerca del descenso a Preferente que del playoff de ascenso. La inestabilidad ha desembocado en la destitución de su entrenador, Euge Ribera, lo que agrava la sensación de crisis en la cantera.
Un legado con más sombras que luces
Miñambres llegó al Levante UD en febrero de 2022 con el equipo en Primera División y un contrato hasta 2025. Sin embargo, su etapa quedó marcada por el descenso a Segunda y una serie de decisiones que no terminaron de dar estabilidad al club. Sus principales aciertos estuvieron en la configuración de la plantilla, pero su gran debe fue la gestión de la cantera y la elección de entrenadores.
Tras el descenso, decidió no apostar por Alessio Lisci, a pesar de su buen rendimiento en Primera. En su lugar, confió en Mehdi Nafti, que solo duró diez jornadas antes de ser destituido. Después, en la temporada 2022-23, él mismo asumió el banquillo durante dos jornadas, y en la 2023-24 repitió la experiencia tras la destitución de Javi Calleja. Ahora, con Julián Calero al mando, el equipo ha logrado mayor estabilidad, pero la incertidumbre sigue presente en Orriols.
Una crisis que no cesa
La salida de Miñambres y los ajustes en el cuerpo técnico reflejan la grave situación económica que atraviesa el Levante. A pesar de los ingresos por ventas en el mercado de invierno, el club sigue recortando gastos y reestructurando su organigrama para garantizar su viabilidad.
El reto ahora es doble: mantener la competitividad del primer equipo en la lucha por el ascenso y estabilizar la estructura del club para afrontar el futuro con garantías. En este contexto, el Levante sigue navegando en aguas turbulentas, con Orriols como epicentro de una crisis que parece lejos de resolverse.