El mejor Pedri ha llegado y brilla como nunca

Ayer, en el Sánchez Pizjuán, pudimos presenciar otra gran exhibición del mejor Pedri. Y es que el canario atraviesa su mejor momento. Partido tras partido, demuestra que es el motor del Fútbol Club Barcelona, consolidándose como uno de los mejores centrocampistas del planeta. Su calidad y madurez sobre el césped lo han convertido en una pieza clave para Hansi Flick.

El resurgir de Pedri

La lesión de rodilla sufrida en los cuartos de final de la Eurocopa ante la selección alemana fue un jarro de agua fría para el canario. Aquella dura entrada de Toni Kroos, que acabaría siendo una de sus últimas acciones como futbolista profesional, truncó el sueño de Pedri de levantar el trofeo como titular en ese equipo de ensueño. Para el centrocampista, fue posiblemente el golpe más duro de su carrera. Sin embargo, lo que no sabía era que lo mejor aún estaba por llegar.

Con la llegada de Hansi Flick, Pedri descubrió un mundo nuevo. La libertad de jugar a un ritmo veloz y preciso conquistó al centrocampista y transformó su manera de entender el fútbol. Además, al inicio de la temporada, la plantilla le otorgó su voto de confianza, consolidándolo dentro del quinteto de capitanes, un honor para alguien que ha sido culer desde la cuna.

Estos factores impulsaron la confianza del jugador, y pronto comenzaron a verse los frutos en sus primeros minutos de la temporada. En su segundo partido tras la lesión, el canario anotó en Vallecas, enviando un mensaje claro a los aficionados culers: «Estoy de vuelta y esta vez es para quedarme».

Desde entonces, Pedri ha sido el mejor partido tras partido. Ha jugado todo lo que ha podido, y Flick no ha desaprovechado ninguna ocasión para tenerlo sobre el terreno de juego. Mientras las lesiones lo respeten, como sucede ahora, el Barça tendrá en él la solución a muchos de sus problemas. Actualmente, Pedri ejerce de maestro, dando lecciones de fútbol en todos y cada uno de los encuentros que juega.

El “juguete favorito” de Flick

La gran mejoría del Barça se debe, en gran parte, a la eclosión del mejor Pedri. Su presencia en el campo transforma por completo el juego del equipo. Flick lo ha convertido en el eje del equipo, haciendo que todos los ataques pasen por él y que las jugadas de peligro nazcan siempre de sus botas. El centrocampista blaugrana marca el ritmo del partido cómo quiere: pausa o acelera el juego según la voluntad y la necesidad del equipo. Su capacidad para organizar el juego es abismal. Si Flick fuese Andy, Pedri sería Woody. El canario es su «juguete favorito«, y el míster disfruta como un niño pequeño cuando lo tiene en el campo.

Como dice el periodista Maldini: «Pedri convierte lo extraordinario en cotidiano«, generando peligro donde no lo hay, especialmente cuando juega de cara. Las ayudas defensivas de sus compañeros en el centro del campo, como Casadó, Gavi o Frenkie, le dan más margen para sumarse al ataque y liberarse de ciertos trabajos defensivos de más riesgo. Sin embargo, su papel en defensa también es clave, moviendo la línea de presión hacia arriba y recuperando balones en zonas peligrosas.

Pedri ve el fútbol desde una perspectiva completamente diferente al resto. Su calidad para filtrar balones al área y dar profundidad al juego ofensivo del equipo está al alcance de muy pocos jugadores, solo de los elegidos. Según datos de La Liga, es el centrocampista con más pases clave en la competición y el que más veces rompe la línea de presión rival en el último tercio del campo.

Pero el fútbol no es solo estadísticas: es pasión, es arte en movimiento. Y Pedri juega para los amantes de este deporte. Verlo en acción es puro espectáculo.

La varita mágica de Pedri Potter

La magia de Pedri nos transporta a aquellos gloriosos años de fútbol en Barcelona, cuando unos «locos bajitos» sin tatuajes y con mucho talento brillaban en el centro del campo blaugrana. Las «voltetes màgiques» de Xavi o las croquetas de Iniesta forman parte del repertorio habitual del canario. No insulta ni provoca, solo juega al fútbol, cómo bien hacían sus dos ídolos.

Ojalá el césped del Camp Nou pueda disfrutar durante muchos años del juego del canario, que el nuevo estadio del barrio de les Corts se convierta en su jardín y pueda divertirse en él durante décadas. Los aficionados del Barça lo van a agradecer.


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