Neymar, de regreso al Santos tras 12 años.

Si la experiencia es un grado, se puede decir que Neymar da Silva Santos Júnior, conocido mundialmente como Neymar, es todo un graduado. A sus próximos 33 años, ha marcado más goles (79 en 125 partidos) que ningún otro jugador en la selección brasileña, ha movido más dinero en traspasos que nadie (un total de 400 millones de euros según Transfermarkt), forma parte de un selecto grupo de dieciséis futbolistas que han logrado levantar la Copa Libertadores y la Champions League -campeón en 2011 con el Santos y en 2015 con el Barcelona respectivamente- y puede decir que ha comido en la misma mesa que Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, los dos mejores futbolistas del siglo XXI.

Luego de una larga lucha con las lesiones y de una convulsa vida fuera de los terrenos de juego, Ney decidió regresar a su hogar para, al menos durante seis meses, volver a ser feliz con los suyos. Mucho ha cambiado su fútbol a nivel táctico desde que partiera por primera vez de Vila Belmiro hacia el Camp Nou, aunque su esencia siempre ha sido la misma: jugar como en la calle y disfrutar con el balón.

Sus inicios por la banda izquierda

Velocidad infernal, cambios de ritmo indescifrables, desborde imparable por fuera o por dentro y un infinito repertorio de regates, con sombreros y bicicletas para dar y regalar. Entre 2009 y 2018, Neymar se las ingenió para apilar rivales con la raya como punto de partida mediante su talento sobrenatural y su físico explosivo. Si en el fluido 4-2-2-2 del Santos de Muricy Ramalho era el referente ofensivo del equipo como un segundo punta de constantes caídas hacia la izquierda, en el posicional 4-3-3 del Barcelona de Luis Enrique tuvo que compartir los focos con Leo Messi o Luis Suárez, con quienes formó el eterno tridente ofensivo conocido como «La MSN».

Más allá de su innegable influencia a nivel de cifras -136 goles y 64 asistencias en 225 partidos con el Santos y 105 tantos y 76 pases/gol en 186 juegos con el Barcelona-, su impacto en la creación del juego desde su raíz todavía tenía un margen de mejora. La pieza restante del rompecabezas se colocaría en sus años de madurez, lejos de la Sagrada Família y cerca de la Torre Eiffel.

Su metamorfósis como «10»

Es en su período en el París Saint-Germain que, primero con Unai Emery y luego con Thomas Tuchel como máximo valedor, Neymar Júnior abandonaría su condición de «jugador de banda» para pasar a ser un «jugador total». Con Kylian Mbappé o Ángel Di María como principales elementos de desequilibrio al espacio, el brasileño asumiría el rol de organizador ofensivo del conjunto parisino en el carril central, adoptando así una libertad posicional para generar peligro en distintas alturas del campo que tendría su punto cúlmine en la campaña finalista del PSG en la Champions League 2019/20. Esta versión se traduciría igualmente a la selección brasileña, con la que firmaría una brillante Copa América 2021 como falso «9», dejando por el camino una exhibición en la final contra una Argentina que solamente podría frenarlo a base de faltas.

La llegada de Messi a París nos permitiría ver a la dupla dinámica de nuevo en acción, ahora con Ney en un estado de madurez futbolística total. Si bien sus crecientes problemas físicos y la relación tensa con la afición no le permitieron disfrutar al máximo de este reencuentro, quedará para el recuerdo esa sociedad que formaba con el argentino entre líneas, con Mbappé siendo el máximo beneficiario de la creatividad de ambos.

¿En qué momento llega Neymar al Santos?

Tras un fallido paso por tierras saudíes a causa de las lesiones -con la rotura del ligamento cruzado de su rodilla izquierda en un encuentro por las Eliminatorias Sudamericanas ante Uruguay como la máxima culpable de su prolongada ausencia en las convocatorias del Al-Hilal y de Brasil-, Neymar vuelve a un Santos en un momento muy distinto respecto al que él dejó. El Peixe, recientemente ascendido a la Serie A luego de un traumático descenso a la segunda división en 2023, reincorpora así al mayor talento surgido de sus filas desde Pelé. No por nada, la «10» que tan bien supo usar O’Rei será ahora propiedad de un hombre decidido a recuperar la sonrisa en el lugar que lo vio nacer como una estrella mundial.

Uno puede imaginárselo con libertad, restringiendo sus recorridos físicos para maximizar su efectividad desde el pase y su genialidad en el regate en parado, rodeado de futbolistas que sean capaces de compensar su estaticidad con una mayor voluntad de trabajo sin balón. Como sea, estaremos ante la que quizás sea una de las últimas funciones de uno de los jugadores que más ha hecho levantar de sus asientos a los amantes del buen fútbol. Pudo haber sido muchísimo más, ¿pero quién le quita lo bailado? Como dijo el periodista Albert Blaya Sensat, «hay más fútbol y legado en 90 minutos de Ney que en 230 partidos de la gran mayoría». Disfrutemos del talento puro. Disfrutemos de Neymar.

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