Paulo Dybala, figura de la remontada de la Roma contra el Porto para clasificarse a los octavos de la Europa League.

«Tenés que cerrar el estadio, los genios hacen eso», declaró el reconocido entrenador argentino Alfio Basile al final de un México 0-3 Argentina por las semifinales de la Copa América 2007 con relación a una de las tantas genialidades de Lionel Messi, quien se había inventado una definición de vaselina para convertir el segundo tanto de La Albiceleste. 18 años después, otro zurdito argentino con clase ameritaría que El Coco pronunciara dicha frase de nuevo, en este caso con un partido a la altura de su grandeza. Estamos hablando de Paulo Dybala, el mejor jugador de la Roma y el máximo responsable de que La Loba esté en los octavos de final de la Europa League luego de protagonizar una remontada ante el Porto en el partido de vuelta. El Estadio Olímpico quedó regado por el fútbol de La Joya, que brilló en una noche de aquellas.

«Toco y me voy», el ADN argentino en su juego

No existe una expresión futbolística tan superior estéticamente como la pared, símbolo inequívoco del entendimiento entre dos jugadores que, bajo un mismo dialecto, buscan progresar una jugada a través del combo pase corto + devolución. Precisamente bajo esa premisa nació el empate de la Roma, que en su momento de mayor confusión tras un insólito error en salida que derivó en un aún más espectacular gol de Samu para el Porto, encontró en Paulo Dybala a su salvador. «Te la toco de primeras, vos si querés la agarrás», pareció susurrarle a un Eldor Shomurodov que solamente tuvo que tocar de primeras con su botín derecho. El genio cordobés, con el revés de su fina zurda, hizo el resto.

Así como en sus dos goles, Dybala fue el epicentro de los ataques de su equipo durante el partido completo, favoreciendo así que el equipo se juntara a tocar en espacios reducidos como en el tercer gol. Todo nacía y moría en Paulo, que como buen «10» se hacía cargo del juego de los suyos. Cada jugada que soñó se hizo realidad.

Dybala, un emblema de la Roma

No es casualidad que, en la presentación de los equipos durante el himno de la competición europea de plata, tantos niños hayan imitado el famoso gesto con el que el ex-Juventus celebra sus goles. El fútbol de Paulo Dybala genera admiración allá adonde juegue, sea en tierras portuguesas o italianas y juegue como mediapunta, segundo delantero o falso «9». Las constantes lesiones que ha sufrido, sufre y seguramente seguirá sufriendo nos privan de disfrutar de un verdadero talento generacional en su plenitud, uno al que el tiempo le hará justicia. Sea como sea, no podemos equivocarnos cuando afirmamos que Dybala es un genio y que, como tal, posee la capacidad de frotar la lámpara y de concederle deseos a una Roma que, con el argentino sano, tiene con qué ilusionarse.

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