Lautaro Martínez, capitán y figura del Inter en el triunfazo nerazzurri en el Allianz Arena.

¿Se puede ser el goleador y, al mismo tiempo, el mejor creador de juego y el primer defensor de tu equipo? Si tu nombre es Lautaro Javier Martínez, la respuesta seguramente sea afirmativa. El Toro, en la enésima demostración del liderazgo y del estatus de jerarca que ha adquirido en los últimos años, firmó un partido brillante en uno de los estadios más duros de visitar de toda Europa. El asalto del Inter en el Allianz Arena no se entendería sin la figura de su «10», que tanto dentro como fuera de su hábitat natural fue un elemento indescifrable para un Bayern impotente.

«Demostramos mucha personalidad, mucho carácter, mucha cualidad para las jugadas, y eso fue fundamental para el resultado positivo», declaró el bahiense luego del 1-2 en Múnich. Esta frase bien podría ser un reflejo de todo lo que es el propio Lautaro en el terreno de juego: un luchador incansable, dispuesto a sacrificarse defendiendo la frontal de su propia área si es necesario, y a la vez un enorme futbolista a la hora de asociarse con sus compañeros y de definir. En síntesis, un «jugador total».

Un «nueve y medio» en la doble punta nerazzurri

A lo largo de su carrera en el Calcio, a Lautaro Martínez le ha tocado convivir con distintos perfiles de delanteros, aunque todos ellos con excepcionales capacidades rematadoras. Sin nada que envidiarle a los Mauro Icardi, Romelu Lukaku o Edin Džeko, el argentino le ha sumado a su juego una capacidad notable para retroceder y ser el principal punto de apoyo de sus compañeros.

Ante un rival tan agresivo en su presión como el Bayern de Múnich, Lautaro supuso un +1 constante en un centro del campo repleto de «peloteros«. El 1-2, definitivo en la ida pero parcial en la eliminatoria, no se entendería sin la lectura y la finura del ex-Racing de Avellaneda para arrastrar la marca de un reubicado Josip Stanišić, girarse y explotar el espacio -creado por él mismo- con una descarga filosa para conectar con un incansable Nicolò Barella.

Esa función errante, además, le permite jugar más arriba a su compañero Marcus Thuram, de destacadísimas condiciones físicas para aguantar de espaldas o atacar la profundidad pero, también, con un muy notable repertorio técnico. Así lo atestigua su taconazo para asistir a Martínez, organizador y finalizador con un gran golpeo con el exterior de su botín derecho en la jugada del 0-1. El «fútbol líquido» de los dirigidos por Simone Inzaghi no sería posible sin su doble punta, responsable no solo de convertir goles sino también de generarlos al poner de cara a los interiores y al lanzar a los carrileros.

Lautaro Martínez, el guerrero que va por la Orejona

La espina de Estambul sigue clavada en la espalda del Toro. El gol de Rodri para la consagración del Manchester City le negó su primera Champions a Lautaro en la temporada 2022/2023, la de su explosión definitiva como uno de los mejores centrodelanteros del mundo.

Casi dos años después de aquella traumática derrota en suelo turco, el fuego interno del campeón del mundo y bicampeón de América con la selección argentina sigue más vivo que nunca: solo hay que ver cómo, portando el brazalete de capitán de una de las instituciones más importantes que existen en el fútbol, se lanzaba al suelo para recuperar balones cerca del arco de un fantástico Yann Sommer. El hambre y la solidaridad de una rutilante individualidad puestas al servicio de un magnífico colectivo.

Con la vuelta en el Giuseppe Meazza próxima y un resultado global encaminado mas no resuelto, es inevitable hacerse la siguiente pregunta: ¿podrá lograr Lautaro Martínez lo que, hace casi 15 años, logró Diego Milito, su compatriota e ídolo racinguista? Solo el tiempo lo dirá, pero lo que está claro es que, de producirse el cuarto grito sagrado nerazzurri en la cúspide del fútbol europeo, el argentino habrá sido un faro de esperanza, de carácter, de juego y de goles.

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