Ferran Torres, el autor del único gol de la vuelta en Madrid.

Nadie se hubiera imaginado este panorama actual del FC Barcelona el 1° de julio del 2024. En apenas 9 meses de gestión, Hansi Flick ha convertido a los incrédulos en creyentes (Klopp dixit).«Está permitido soñar con el triplete, pero hay que seguir centrados», sentenció el entrenador alemán post-clasificación a la final de la Copa del Rey. Por si hacía falta otro disparador de la ilusión culé aparte del triunfo en el Estadio Metropolitano, una de las paradas más complicadas de Europa.

Este FC Barcelona tiene algo especial: gane, empate o pierda, uno sabe que se la pasará bien con sus partidos. En un fútbol cada vez más estandarizado desde lo estructural, los de Flick apuestan por la radicalidad como estilo de vida. Solamente hay que ver la altura a la que saltan a presionar sus centrales o a la que tiran la línea defensiva hacia adelante, incluso con el marcador a favor. Dicho esto, eso no excluye que sepan moverse en escenarios distintos a los predilectos. La vuelta de la semifinal contra el Atleti es el ejemplo perfecto de ello.

Un primer tiempo blaugrana para colgar en un cuadro

Si Diego Pablo Simeone ideó un plan para llevar el encuentro a un golpe por golpe en el que sus dirigidos se impusieran en los duelos y pudieran correr, no se notó en lo absoluto. De poco sirvieron las entradas de un Robin Le Normand sustituido a los 58′, de Azpilicueta -por poco expulsado tras una dura patada sobre Raphinha- o de Reinildo -bailado por un Lamine Yamal pletórico- respecto a la ida. El 4-4-2 inicial del Cholo fue, en muchos momentos, transformado en un 5-3-2 o en un 5-4-1 que presentaba fugas por todos lados. Ni Giuliano, ni Julián Álvarez, ni mucho menos Griezmann, pudieron aportar salida al contragolpe.

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El dominio del Barcelona se cimentó en los sospechosos habituales: dos centrales imponentes defendiendo hacia adelante como Cubarsí e Íñigo, dos usinas infinitas de fútbol como Pedri y Frenkie de Jong en la base y un mago como Lamine, del que es complicado pensar que no haya jugado sus mejores partidos a sus 18 años.

Al reparto estrella se le sumaron un Fermín clave para dinamitar la estructura colchonera con sus fijaciones y sus descargas rápidas y un Ferran Torres que, como quedó reflejado en el 0-1, es un especialista detectando y atacando los espacios vacíos. Con Lewandowski en el banco, Olmo lesionado y sin el mejor Raphinha, los blaugranas también pueden arrollar a sus rivales.

La resistencia del FC Barcelona en la segunda mitad

Si los primeros 45′ se destacaron por la brillantez del Barça con el balón, los posteriores lo hicieron por su capacidad defensiva. En un contexto no deseado pero lógico por el rival y por el escenario, emergieron las figuras de Jules Koundé o de Ronald Araújo, este último clave para secar a Alexander Sørloth en el juego aéreo.

Por si fuera poco, de Jong demostró que puede defender la frontal de su área y recuperar balones como el mejor de los mediocentros, algo impensado hace no tanto tiempo por la afición culé. No hubo ajuste táctico o emocional de Simeone que valiera para girar las tornas: el Atleti se fue del Metropolitano sin remates al arco de Szczęsny.

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Habrá que esperar hasta el 26 de abril para tener una nueva final protagonizada por el FC Barcelona y el Real Madrid después de 11 años. Aquella vez, el conjunto merengue -también dirigido por Carlo Ancelotti- se impuso frente al equipo del Tata Martino por 2 a 1 en Mestalla con un recordado eslalon de Gareth Bale. Son tiempos distintos los actuales, unos en los que el Barça amenaza con llevarse todo. El tiempo dictará sentencia: mientras tanto, los culés pueden seguir soñando en grande.

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