La Vecchia Signora firmó un gran partido a nivel defensivo y complicó todavía más las posibilidades del City en la Champions.
«Contra equipos italianos que defienden tan atrás y tan compactos, no es fácil», se justificó Pep Guardiola luego de una nueva derrota de su Manchester City, esta vez en Turín ante la Juventus (2-0). Ciertamente, el juego de los colectivos tanos ha sido históricamente vinculado a la disciplina y al orden sin balón. Bien lo sabe Pep, quien tuvo dos experiencias en la Serie A cuando era jugador: una en el Brescia, club en el que compartió vivencias con leyendas como Luca Toni, Roberto Baggio o Andrea Pirlo; y otra en la Roma, donde Fabio Capello, uno de los mayores exponentes del «catenaccio», no contó con él. Pese a que mucho haya cambiado desde entonces, actuaciones como las de la Vecchia Signora contra los Cityzens nos recuerdan que el juego «all’italiana» sigue vivo.
Bloque medio/bajo + contragolpe: combo letal bianconeri
Alejado de la filosofía con la que maravilló a Europa con su Bologna durante la temporada pasada, Thiago Motta trazó un plan muy claro. Con un 4-4-2 pasivo pero muy solidario, supo anular el juego interior de un City cuyas posesiones morían en las bandas, especialmente en la de un Jéremy Doku que era doblado por las ayudas de Francisco Conceição a Nicolò Savona. En un equipo tan joven, sobró energía para cubrir los espacios en defensa, unos que ni un buen Kevin De Bruyne pudo capitalizar.
Ante la mínima recuperación, el objetivo también era muy evidente: ser verticales y lastimar a unos Skyblues más frágiles que nunca. Así llegaron los dos goles, con Dušan Vlahović y Weston McKennie sacando partido del enorme déficit físico de los de Pep para ganar duelos. Post-partido, Motta reconoció la capacidad de sus dirigidos de golpear al rival en el momento justo, toda una virtud en una competición como la Champions League. Aquí no basta con jugar bien: hay que facturar.
La solidez, un sello de la Juventus de Motta
La Vecchia Signora ha recibido apenas 15 goles en esta temporada entre Serie A y Champions. Sin dudas, su capacidad para dominar su propia área sigue siendo un rasgo distintivo, uno que durante las últimas temporadas había aflorado con Massimiliano Allegri a cargo. Donde existe un evidente margen de mejora es en campo rival, más allá de que una cifra de 33 anotaciones en 21 partidos no es desdeñable. Le queda mucho por crecer a esta Juve de Motta, pero en ese proceso hay una certeza: su equipo disfruta defendiendo y sus rivales se frustran atacándolo.