Los de Ancelotti empatan en Gran Canaria y vuelven a pinchar en su segunda salida

Vinicius Junior tras anotar gol de penalti | @realmadrid

El Real Madrid ha vuelto a tropezar por segunda vez en tres partidos, pagando la excesiva relajación y falta de tensión con la que salió en Gran Canaria. A los cuatro minutos abrió el marcador Moleiro y fue Vinicius, de penalti en el 68 quien puso el empate. O Ancelotti encuentra pronto el equilibrio o los blancos corren el riesgo de dejarse LaLiga a las primeras de cambio. Ya está a cuatro puntos del Barça.

Es un mal endémico este que tiene el Real Madrid de invitar al rival a que muestre sus cualidades en los primeros minutos. Como el que se siente tan superior que prueba a ver si andando le es suficiente para ganar. Un riesgo enorme ante jugadores como Moleiro, que encontró un agujero en el centro de la zaga, retrató a Militao y batió de tiro cruzado a Courtois. Ni cuatro minutos habían pasado y los canarios ya cantaban pío pío con el 1-0. Y casi hacen el segundo si McBurnie hubiera golpeado el balón en vez de al aire.

Para cuando los de Ancelotti se activaron y Valverde probó a Cillessen de golpe franco, ya se había consumido el ecuador de la primera mitad. Y tampoco es que tuviera continuidad. Ni siquiera cuando Ancelotti cambió el sistema para dejar solos arriba a Vinicius y a Mbappé, desplazando a Brahim al medio campo.

La única amenaza llegó con un disparo lejano de Rüdiger a la que respondió de nuevo el meta neerlandés. Pero cada ataque de Las Palmas era un suplicio para el Madrid. Ancelotti torcía más y más el gesto. Mbappé se desesperaba porque no vino para esto. y hasta Modric no era Modric.

Un Real Madrid irreconocible en la primera parte

En los primeros minutos, el Real Madrid se adueña del balón y busca el sector izquierdo con Vinicius. El Real Madrid 24/25 quiere jugar a posesiones largas, a tener paciencia y dar poca electricidad, pero se equivoca. Sin Kroos, no hay director que pueda dirigir ese estilo.

Le están faltando esos pases al costado de Kroos que tanto se subestimaban, pero que en lo real eran imprescindibles para la gestación del juego. Por otro lado, Mbappé está presentando los problemas que tuvo en PSG: de espaldas no puede jugar. Se le ve incapaz de girar, no está cómodo teniendo que ser un poste. Kylian funciona mejor con la cancha de frente.

El Madrid pretende salir alto y esto implica riesgos. Militao y Rüdiger no están compenetrados y sufren. Mucha separación, duda en la toma de decisiones y ninguno salta al robo porque los carrileros tardan en tapar los costados. Mbappé es infinitamente más influyente cuando se aleja de la última línea, viene a recibir, se pone de cara a portería y amenaza como sólo él sabe hacer. Cuando posee balón en su lado izquierdo del balcón del área, asusta al miedo, y la labor de Ancelotti es encajarlo y compensar. La sensación es que perdió explosividad. El tiempo es lo único que nos dirá si es cuestión de adaptación al nuevo contexto o un tema más profundo. Es una versión muy parecida a la de la Eurocopa.

El gol de Moleiro llega con un Real Madrid terriblemente desequilibrado. La facilidad con la que rompen su 442 es un ejemplo, con atracción de la presión. Las distancias entre MCs y atacantes vuelven a ser grandes (como vs. Mallorca), y el 4-1-4-1 de Las Palmas empeora este aspecto.

La pasividad y la poca intensidad defensiva en la acción del talento canario dejan muchas dudas. Ferland Mendy ha sido superado de forma constante por la dupla Marvin-Sandro. Ante la pasividad Vinicius para ayudar en defensa, está siendo superado.

Al descanso, la UD Las Palmas atraganta a un Real Madrid pasivo y sin idea de juego. Recital de esfuerzo pero también de fútbol de Sandro y de McBurnie, que han sonrojado a los centrales merengues. También Cillessen salvó dos claras. Una gran primera parte de la UD Las Palmas. Cómodos con balón con largas posesiones , en defensa haciéndolo muy bien y luego en ataque generando sensación de peligro.

Segunda parte mejor pero no suficiente

La solución a los males de Ancelotti fue quitar a un horrible Mendy y a Brahim, al que se le notan las costuras en cada intervención. Pisa muchas zonas y toca muchas pelotas, todas mal. También, el más fácil de sustituir en la ofensiva porque Vinicius y Mbappé, aunque estén pésimos, son intocables. Entraron Fran García y Rodrygo, pero a los blancos se les notaba ansiosos. Todo lo contrario de un adversario que tocaba balón como los ángeles, con Campaña y Kirian engrandecidos, y que de vez en cuando, con Sandro sobre todo, asomaba la patita ante Courtois.

Al Madrid ya le daba igual desprotegerse en defensa. Necesitaba un gol y creó un correcalles para generar el caos que tanto le gusta. Así llegaron algunas oportunidades, como un testarazo de Tchouaméni a dos metros de la portería, o el penalti que les dio la vida por mano de Álex Suárez. Vinicius tomó la responsabilidad y por fin batió a Cillessen para poner el 1-1.

Con más de 20 minutos por jugarse, los de Luis Carrión no se arrugaron. Incluso Mika Mármol, en fuera de juego, rozó el gol, pero lo evitó Courtois. Tras ello, los de Ancelotti volvieron a embotellarles. Mbappé lo intentó de todas las maneras, pero erraba en la definición. Entró entonces Endrick, y en su primera acción se plantó delante de Cillessen. También falló en su remate. Y aún pudo ser peor el castigo porque Viti marcó, pero recibiendo de un Mata que estaba en posición incorrecta.

Ancelotti tiene trabajo que hacer con su doble pivote. El Real Madrid no tiene centrocampistas de primera fase cuando ataca. Se sabía que no son técnicos, pero no participan lo suficiente en la construcción del juego. No pueden estar trotando ni cerca del área. La forma en que el equipo se descompone en las transiciones es una locura.

De este modo, la ilusión merengue se disipa. Empiezan a distanciarse del Barcelona y empiezan las dudas con los jugadores. Aún queda un partido antes del parón, y el Real Madrid está obligado a ganar y convencer.

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