Si hay un equipo fuera de Europa que es reconocido a nivel mundial, es Boca Juniors. El Xeneize es uno de los clubes más grandes de América, con una de las aficiones más grandes y pasionales del continente, leyendas del calibre de Diego Maradona y Juan Román Riquelme, la mítica Bombonera, 74 trofeos a su nombre y con el prestigio de ser el único equipo del fútbol argentino que jamás ha descendido. Sin embargo, si alguien empezara a mirar a Boca en estos momentos, difícilmente crean que están viendo al equipo del que les hablaron.
Tocar un nuevo fondo
El pasado martes 25 de febrero, La Bombonera fue testigo de una de las derrotas más vergonzosas de su historia. Boca Juniors fue eliminado en la fase previa 2 de la Copa Libertadores a manos de Alianza Lima tras caer en la tanda de penaltis. Para el hincha de Boca la Copa Libertadores es más que un sueño, es una obligación, una obsesión como tan seguido se escucha desde la tribuna de la 12. Boca ha disputado el torneo de clubes más importante de Sudamérica 33 veces, es el segundo máximo ganador con 6 títulos a su nombre y es el equipo que más finales ha disputado, con 12.
Jugar la fase previa ya era un golpe duro para el ego del hincha de Boca. El Xeneize no ganó ningún título en 2024 y no sumó los suficientes puntos en la tabla anual para clasificar directo a la fase de grupos, tras una mala campaña en la liga. Pero ni el más pesimista de los aficionados pudo prevenir lo que estaba por ocurrir. Tras un mercado de pases prometedor, con nombres como Ander Herrera, Agustín Marchesín, Alan Velasco y Carlos Palacios, entre otros, Boca se preparó como pocas veces para el 2025, apuntando a la Copa Libertadores y el Mundial de Clubes a mitad de año.
Esas aspiraciones, sin embargo, quedaron muy lejos. El equipo dirigido por Fernando Gago es una incógnita para propios y extraños. A pesar de los perfiles de sus futbolistas, Boca no juega a nada. La defensa deja muchos espacios en transición y marca muy mal en la pelota parada. El mediocampo es estático y sin una chispa de creatividad. Y al ataque le cuesta horrores encontrar el arco rival, con los delanteros fallando situaciones insólitas. Ni el propio Edinson Cavani se salva, con la oportunidad que falló con la portería abierta en el último minuto, el legendario delantero uruguayo también fue señalado como uno de los culpables por la eliminación.
La escala de la derrota tiene múltiples capas. La instancia temprana de la eliminación, el peso histórico de Boca Juniors en la competencia y el rival enfrentado. Alianza Lima ha sido durante los últimos años el hazmerreír de Sudamérica. El cuadro peruano ostenta un récord histórico, 30 partidos consecutivos sin ganar en la Copa Libertadores entre 2012 y 2023. A pesar de esta marca que parece insuperable, Alianza sacó una victoria en casa por 1-0, se plantó en La Bombonera y tras caer por 2-1 se impuso en los penaltis para conseguir una clasificación histórica para el club y la liga peruana, considerada una de las más débiles del continente.
La difícil tarea de encontrar causas y culpables
Después de la derrota, en La Bombonera se escuchó un grito tan fuerte como desgarrador: «Que se vayan todos». La paciencia se acabó, Boca no gana la Copa Libertadores desde el año 2007 y desde entonces ha perdido 3 finales. En lugar de estar cada vez más cerca de ese objetivo, Boca solo parece retroceder. El año pasado marcó la primera vez desde 2017 que Boca ni siquiera disputó la Libertadores, jugando en cambio el torneo de segundo orden de CONMEBOL, la Copa Sudamericana. Copa que estuvo lejos de ganar, cayendo en los octavos de final.
Boca no ganó ningún título desde la obtención de la Supercopa en Marzo de 2023, denotando un retroceso incluso a nivel local en una Liga Argentina de nivel paupérrimo, con 30 equipos en primera división. El mercado de pases prometedor no tapó los agujeros de los mediocres fichajes de años anteriores. Pero por sobre todas las cosas, la dirigencia de Boca ha subestimado en repetidas ocasiones el rol del entrenador.
Tras el despido de Miguel Ángel Russo en Agosto de 2021, subió al banquillo Xeneize Sebastián Battaglia, que en ese momento estaba al mando de la reserva. Battaglia duró poco menos de un año. En Julio de 2022 fue despedido y su reemplazante fue Hugo Ibarra, que fue quien lo reemplazo en la reserva cuando le tocó asumir en el primer equipo. Esta seguidilla de entrenadores interinos demuestran que la dirigencia de Boca cree que cualquiera que conozca al club desde dentro puede ser el director técnico. Riquelme no parece creer en los proyectos a largo plazo. De hecho, desde 2020 cuando se hizo cargo del fútbol en Boca, por el banquillo Xeneize han pasado 7 entrenadores.
La derrota del martes puede atribuirse a un mal planteo táctico o las interminables rotaciones de Fernando Gago, que prácticamente nunca repitió el mismo 11 titular. O a la falta de jerarquía y de hambre de muchos de los jugadores. Pero el responsable del momento actual de Boca Juniors tiene nombre y apellido, y para el dolor de los hinchas, es su máximo ídolo. Como jugador, Juan Román Riquelme hizo estallar las gargantas de La Bombonera con jugadas de fantasía. Uno de los últimos jugadores creativos, sin posición, protagonista de la época dorada del club durante la década del 2000.
Como dirigente, ha demostrado no estar a la altura. Cuando estaba fuera del club salió al aire en múltiples ocasiones a criticar que Boca no compite como antes. Ahora que esta al mando, se escuda detrás de los logros en otras disciplinas como el hockey o el básquet. Resaltando todas las obras de infraestructura de su gestión. Y apuntando contra la oposición acusándolos de querer convertir al club en una sociedad anónima.
Bajo estas amenazas de perder el club a manos de inversores ganó las elecciones de 2023. Su soberbia y falta de autocrítica no le dejan admitir lo que esta a la vista de todos, Boca Juniors no es ni la sombra de lo que supo ser y en 2025 no competirá por nada. Solo queda ver cuánto tiempo pasará hasta que este gigante despierte.