El Celta sigue sin ganar en casa tras ser el quinto mejor local durante la campaña pasada. Una dinámica además que iguala el peor arranque como local en la historia de los de Balaídos, cosechado por Rafa Benítez. Sin embargo, eso es de lo que menos preocupa horas después del partido. Kike García, cuando el tiempo reglamentario llegaba a su fin, rescató una gran victoria para el RCD Espanyol pero también un gran batacazo para los vigueses. El control del juego y de las acometidas pericas no se convirtió en ocasiones claras de gol, volviendo a ver una versión totalmente plana de los de celeste. Culminan así otra semana más con pleno de derrotas entre Europa League y liga para los de Claudio Giráldez, que se asemeja a aquella gris con los compromisos en Stuttgart y Elche.
En la cabeza del celtismo ronda una pregunta para el porriñés: ¿Dónde quedó aquel equipo atrevido con balón que, estuviese quien estuviese delante, le miraba de tú a tú? Esa cuestión ya se ha comentado en más de una ocasión por estos lares. Es cierto que los mimbres que ha ido perdiendo el equipo olívico en ataque son significativos. Sobre todo, un jugador como Fer López que era capaz de aparecer entre líneas y lanzar el juego hacia delante. No es nada nuevo esto que se comenta; es más, se hace repetitivo. A pesar de las peticiones de Claudio, no se cubrió esa demarcación. El problema es que tampoco se mantuvo una constancia en un estilo único con pelota, el cual se ha ido difuminando a lo largo de todo el 2025.
Menos movilidad, más predecibles
Algo que se viene haciendo habitual, más acentuado aún esta temporada, es lo estático que se presentan los planteamientos de los de azul celeste. Los de Claudio Giráldez en este Celta – Espanyol se vieron totalmente perdidos con pelota. Volviendo al 3-4-3, los locales no tuvieron incomodidad apenas a la hora de salir desde atrás. Los catalanes esperaban la decisión de uno de los centrales para saltar a esa zona del campo y presionar. Ahí llegaba el embotellamiento principal, con el que los carrileros y los extremos se quedaban sin margen apenas para buscar situaciones de 1vs1. Por lo tanto, balón de vuelta para el central.
Sin este recurso que viene siendo más habitual durante la 25/26, los pupilos célticos tienden a saltar líneas buscando al hombre más alejado. Bien a Borja Iglesias, que en su labor de fijar a uno de los centrales apenas bajó a recibir, o bien mediante cambios de orientación para acelerar el juego y poder encontrar contextos para encarar. Este mediana «valentía», vamos a llamarla así, fue desapareciendo con los minutos, a pesar de que parecía estar funcionando y creando superioridades.
Sin embargo, una vez más, los mediocentros hicieron acto de presencia en el choque. Fran Beltrán estuvo desaparecido, sobre todo cuando tenía espacio para recibir y girar el juego ya que no conectaban con él. Miguel Román más de lo mismo, totalmente caído hacia el costado izquierdo y más adelantado -como viene siendo habitual en la pareja de mediocampistas-, hacía imposible al Celta otra cosa que no fuera el juego exterior. Se echó en falta a algún Hugo Sotelo u Óscar Mingueza, que son de los que mejor pie tienen en nómina. Los que si entraron fueron los Jones, Moriba, Durán… Quizá las antípodas de lo que pedía el partido. Y aquí es donde creo que Claudio Giráldez tiene mucho que ver.
Durante el inicio del curso futbolístico, el de O Porriño reiteró que buscaba un equipo que fuese más sólido. La sangría se ha recortado: marcan menos pero también encajan menos. En el plano defensivo no se puede negar que ha ido mejorando, sobre todo gracias a la llegada de Ionut Radu. Pero ese querer ser más compactos está dotando al cuadro gallego de una monotonía muy previsible. ¿Cuántos rivales han ido a presionarle a pares? ¿A cuántos rivales le han sido generado superioridades por dentro? Las respuestas suelen ser negativas en la amplia mayoría de los casos.
Claudio y el Celta tienen miedo a perder algo, pero no se sabe el qué
Dicen que el miedo es la angustia por un riesgo o daño real o imaginario. «Hay que asumir unos riesgos en esa manera de jugar, tanto con el balón como sin él. Si el equipo asume esos riesgos, estará más cerca de que le pueda ir bien» decía para Faro de Vigo nada más llegar al primer equipo. El quid de la cuestión es cuál es ese daño que le inquieta, atormenta y perturba que puede hacer peligrar los resultados cosechados desde su llegada en marzo de 2024. ¿Exponerse tanto? ¿Llegar a perder el control del partido por dejarse llevar?
Entonces, cabría cuestionarse además si el fin justifica los medios. A nivel de puntuación no lo hace -dos puntos por debajo de la temporada pasada en la misma fecha- y a nivel de victorias tampoco lo hace -cinco frente a las tres actuales. Solo se justifican en goles recibidos -18 contra 24 en la última temporada a alturas de la jornada catorce-, lo que hacen los partidos mucho más cerrados que antes. Y hablando de derrotas, pues son cuatro veces las que se ha ido con cero puntos el Celta esta campaña. Ahora bien, ¿qué versión hacía más poderoso y peligroso al Celta? Quizá la victoria contra el PAOK ha sido lo que más cerca se ha estado de ese idilio.
El entrenador celeste comentaba en sala de prensa ayer que él nunca propondría algo similar a lo que planteó Manolo González durante la tarde del último domingo de noviembre. Partiendo de que la crítica al partido por su parte no debería ir por ahí, lo cierto es que cada vez los recursos diferenciales -si Iago Aspas no decide sorprender a sus 38 años- aparecen menos y no están muy lejos de aprovechar las pocas ocasiones que tienes. Como hizo el RCD Espanyol en Balaídos. El fútbol no siempre premia al que propone mimar el balón, si no todo el mundo lo haría.
No deja de ser una opinión particular, mas después del año y medio que implantó Giráldez y su identidad particular a un equipo totalmente muerto que había dejado el técnico madrileño Benítez, no deja de ser lastimoso ver como se prolonga esta pequeña crisis que afrontan. Lo hacen en mitad de tabla, a cuatro puntos del descenso y otros tantos de la séptima plaza. Pero también sin la propuesta que engatusaba a muchos que decidían sentarse y esperar con que sorprendería esa tarde el Celta de Claudio.








