El Celta espanta sus meigallos

Meigallo: Acción mágica que provoca algún acontecimiento o ciertos efectos en una persona, animal, etc., por lo general negativos. Así define la Real Academia Galega una palabra que parecía rodear la curiosa dinámica del Celta en liga: siete empates, dos derrotas y ninguna victoria. Como si tras el regreso a Europa, la Santa Compaña se personase en forma de castigo. Un sustantivo que emerge precisamente en estas fechas con la llegada del Samaín, al que parece que los olívicos llegan con varios males menos encima.

«Nos hemos quitado un peso de encima» confesaba el técnico de O Porriño. Una liberación sintieron, o al menos así lo mostraron, los futbolistas que conforman la amplia plantilla viguesa con el pitido final. Las victorias en Europa League, que estaban convirtiéndose en una especie de bálsamo, iban transmitiendo que había una creencia en el mensaje, incluso en esos días donde no se podía dominar.

Contra todo pronóstico, como no podía ser de otra forma esta temporada, los pupilos de Claudio Giráldez sacan un gran triunfo de El Sadar. Una victoria, la primera de la temporada en LaLiga, que rompe barreras mentales y de resultados que estaban azotando a los vigueses. Tuvieron que remontar en un encuentro donde hicieron poco para lo que finalmente se llevan, sobre todo con respecto a un Osasuna que los dejó vivos. Claramente de menos a más, y eso que empezó ganando gracias a Jutglà. Los cambios y el penalti errado de Budimir le dieron alas a los visitantes para darle la vuelta al electrónico. Se disponen así a cerrar un mes de octubre que pintaba más a gris otoñal, pero que acaba con un color más veraniego a pesar de que ya ha pasado eso de que «a las tres serán las dos».

Por debajo en argumentos, por encima en el marcador

Hubo varios choques, sobre todo en Balaídos, en los que los de azul cielo hicieron méritos para sacar algo más que un 1-1. Pero, como el fútbol es un deporte caprichoso, sacan sus primeros tres puntos en un día en el que demostraron menos hechos que antaño. Este Osasuna-Celta tuvo fases en las que los rojillos fueron superiores en todos los aspectos, sobre todo durante el primer tiempo. Ni el tanto de Ferrán Jutglà pudo detener el asedio local en el que los habituales centros laterales en busca de Budimir fueron esta vez un recurso más.

Claudio confesó al término del partido que había errado en el planteamiento, pues Alessio Lisci optó por incluir un jugador más que fuese capaz de mover el balón por dentro. Y esa batalla hizo que se impusiesen ante un Celta que no tenía claro ni cuándo presionar ni como salir jugando. De ahí a que le durase muy poco la redonda y se pasase más tiempo defendiendo, que es una faceta con la que no se lleva especialmente bien. Pero supo gestionar, y encontrar en el momento adecuado-que también es importante-, los espacios a la espalda que dejaban los pamploneses. Tanto el 0-1 como el 2-3 llegan con jugadas bastante automatizadas dentro del juego celeste, atacando la zona vacía con balón y mediante desmarque.

Además, los cambios introducidos por el Giráldez mejoraron al equipo. Mingueza y Sotelo dieron más criterio con pelota a la hora de salir desde atrás, sobre todo el número 3. Manu Fernández se había visto muy sobrepasado, llegando incluso a cometer un penalti infantil. El introducir al de Santa Perpètua de Mogoda permitió conectar algo más por dentro y romper líneas. La entrada de Iago Aspas, de nuevo determinante con ese pase magistral de gol, también aportó calma a la hora de crear oportunidades. De hecho, esa asistencia le permitió convertirse en el primer jugador de las últimas seis temporadas en alcanzar 100 participaciones de gol. Generalmente, las cinco modificaciones mejoraron lo que había sobre el verde.

Donde sí estuvieron acertados fue en área contraria, pues en las pocas oportunidades de las que gozaron anotaron tres tantos. La efectividad de un Jutglà necesitado, que pudo anotar incluso un tercer gol, y la templanza de Pablo Durán en pleno minuto 86 y ningún triunfo demostraron que la tarde de ayer era un día en el que los astros se alinearon a favor de los vigueses.

Ferrán Jutglà y Joseph Aidoo, los nombres propios

Si hay alguien se quitó varios meigallos de encima, ese fue Ferrán Jutglà. El catalán, que ha participado en 531 minutos hasta la fecha, había dejado ciertos destellos del jugador que podía ser. Pero nunca llegando a materializar esas sensaciones de jugador distinto en hechos. Un poco como el Celta de Vigo durante sus partidos ligueros.

Que ayer se llevara las manos a la cara para evitar que viésemos alguna lágrima brotar de sus ojos, dice bastante de lo difícil que lo estaba siendo la situación para un futbolista que se había acostumbrado a tener buenas cifras. Esas que llevaron a la dirección deportiva a hacer una potente inversión por el ex del Barça. Su primer gol con la zamarra olívica es una auténtica obra de arte. Viendo algo adelantado a Herrera, es capaz de picar el balón en carrera cuando Boyomo ya estaba casi listo para robar. El segundo llegaba aprovechando un despiste de Osasuna a balón parado y embocando un balón que se había paseado hasta el área pequeña.

Otro de los momentos que suscitó estupor fue la alineación del central Joseph Aidoo. El ghanés no era titular con el Celta desde la segunda ronda de Copa de la 24/25 contra el Salamanca, ya en un segundo plano tras su grave lesión en 2023. Su cesión en Valladolid no despertó mucho optimismo dentro de la cúpula de los gallegos. En verano, junto a Franco Cervi, le buscaron una salida por tierra, mar y aire para intentar alguna llegada de última hora.

Ante la predisposición de quedarse en el club, incluso sabiendo que no iba a contar para Giráldez, el central africano esperó una oportunidad que se presentó en Pamplona debido a las bajas en defensa. A pesar del poco ritmo competitivo que tenía encima, pues en Pucela volvió a tener problemas físicos, cumplió a grandes rasgos para lidiar con la figura de Budimir. Sí se le vio algo lento en sus movimientos e impreciso en ciertas acciones, pero pudo solventar el peligro que le correspondía y estar solvente en el juego aéreo.