“Estábamos todos en una fiesta y ahora la música no está sonando y se han encendido las luces. Tenemos que mantenernos dentro del bar, porque volveremos a poner la música y volveremos a apagar las luces”. Con una previa llena de mensajes como este de Claudio, más de club que de partido, llegaba el Celta al primer jueves europeo en Balaídos en ocho años. La misma cifra que llevaban acumulada los pupilos de Giráldez sin celebrar los tres puntos durante la campaña actual.
3073 días después de la última vez en la que sonó el himno de la Europa League en Vigo, el equipo olívico consiguió encender la música de nuevo. Arropados por un celtismo enfervorecido para la ocasión, volvieron consigo las buenas sensaciones gracias a su seña de identidad clara. Siendo capaces de dominar al PAOK durante casi la totalidad del encuentro, rompen una dinámica que traspasaba lo puramente deportivo y desatándose de esas pequeñas dudas que rodeaban a la plantilla, llegando a estar irreconocibles ante Elche y Stuttgart.
Un Celta más reconocible
El cúmulo de factores invitaban a pensar que era la noche indicada para que este “EuroCelta” reviviese. El factor campo y el celtismo, que no volvió a fallar, el regreso de la Europa League a Balaídos y la propuesta de Claudio desde el banco culminaron en ese 3-1 final. Con futbolistas como Damián e Iago Aspas, el cuadro celeste se asemejó más a esa versión vista durante la temporada anterior. Este año se había visto pero por tramos dada la irregularidad entre mitades que se estuvo dando. La superioridad durante todo el partido resalta más en un momento en el que no estaban saliendo las cosas y en el que además volvían a empezar abajo en el electrónico.
A partir del acierto en la presión, con la que apenas le duraba la posesión al equipo griego más allá de lo que podía inventar Konstantelias, catapultaron su juego. La batalla física con un imperial Ilaix Moriba permitió recuperar rápido y jugar con cierta tranquilidad. Evitando los giros en gran parte de las disputas y robando desde el suelo, siendo un gran número los robos en campo rival, crearon y arriesgaron en ese tramo de campo final. En esta ocasión, el cuerpo técnico pudo poner en valor su trabajo acertando con el plan de partido.
Damián y Aspas, vitales para mimar la redonda
La entrada del mediocentro de Ponteareas, por primera vez durante la 25/26, dio criterio a los vigueses en construcción. Sí es cierto que no tendió a arriesgar en exceso, pero sí fue capaz de girar el juego e interpretar lo que pedía el momento. Volvió a incrustarse muchas veces entre el centro del campo y los centrales para iniciar juego e intentar saltar líneas, donde solía aparecer el 10 vigués. Además, no abandonó la movilidad permanente, algo de lo que estaba careciendo un Celta si cabe más estático en estos últimos dos partidos. Todas estas intervenciones lo llevaron a ser el MVP para el aficionado celeste. Además, en sus últimas cinco titularidades, los celestes cosechan cuatro triunfos y un empate, muchas veces con implicación directa del mediocentro.
Iago Aspas también fue una de las claves, ya que pudo moverse entre líneas y buscar la espalda de la frágil defensa griega. Cuanto más se fracturaba el PAOK, más huecos encontraba el de Moaña entre central y lateral e incluso entre los dos centrales. Asimismo, se vio su versión más afinada en cuanto a agilidad, girándose y soltando el esférico en pocos toques. El propio Iago comentaba ante los micrófonos de Movistar+ que tenía la sensación de que iba a ser un día especial para él. Tras un arranque muy marcado por sus imprecisiones, todo quedó en el olvido con su gol de cabeza, poco habitual en su carrera deportiva.
Noche de reivindicaciones
Si por un lado tenemos las actuaciones de Damián Rodríguez y de Iago Aspas, el triunfo sobre el cuadro de Salónica deja más cosas positivas en otros jugadores. Borja Iglesias sigue de dulce en este mes y medio apenas de competición. Con su tanto ayer, en el sitio y momento adecuado, consigue su sexto gol consecutivo con la zamarra azul celeste. Todo lo que toca lo convierte en gol el compostelano, que ayer sin embargo no apareció demasiado en el juego. Más allá del gol, creó otra ocasión que desperdició Javi Rueda al dejar pasar un balón mientras se caía.
El de Alozaina demostró de nuevo su poderío en ataque para este Celta. Desde el carril diestro fue un constante peligro en campo rival, llegando a tener dos ocasiones de gol claras. A mayores, regaló una asistencia a Swedberg tras realizar una conducción hacia la zona central. En los duelos ganó prácticamente todo, tanto por arriba como por abajo, y completó los tres regates que intentó.
Hasta los más discutidos aparecieron
Otro que estaba necesitado era el sueco Williot. El 19 del conjunto gallego no había empezado con buen pie la temporada, estando muy difuso en todas las facetas. La pasada noche estuvo implicado hasta en el apartado defensivo, dando en ataque la gran baza que tiene: el desmarque. El joven extremo sabe interpretar cuando atacar la espalda del defensa en partidos con estas características. De ahí a que Giráldez lo use de inicio en estas ocasiones, que es cuando le suele costar más. Más allá del gol, que llega de esta forma de atacar el espacio, tuvo dos ocasiones más para aumentar su marcador particular.
Incluso Óscar Mingueza, que no estaba completando su mejor partido y tuvo hasta alguna que otra discusión sobre el tapete con sus compañeros, participó en dos de los tres goles. Cuando peor estaba el catalán, llegando a ver la tarjeta amarilla por pura frustración, se sacó un centro medido a la cabeza de Iago Aspas para que embocase a gol con un testarazo. En el segundo tanto es él quien ve el desmarque de Williot, que se ve beneficiado por la indecisión de Pavlenka y su posterior rechace, que es de donde nace el 2 a 1.
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