El Real Madrid llegó a Vallecas con la obligación de mantener el liderato y reforzar sensaciones tras el 4-0 al Valencia en el Bernabéu el sábado pasado. Con la moral alta pero con la exigencia intacta, los blancos visitaban un campo históricamente incómodo, donde el Rayo Vallecano acostumbra a competir con intensidad y presión valiente. La expectativa era comprobar si el Madrid mantendría la autoridad que estaba mostrando durante la competición o si Vallecas volvería a cambiar la historia, como tantas noches anteriores.
Primera parte: El Real Madrid pierde el control y el Rayo huele la sangre
La tarde en Vallecas comenzó con ambiente grande, mosaico en la grada y el homenaje a Álvaro García antes de que el balón echara a rodar. El Real Madrid llegaba como líder y con la oportunidad de abrir distancias en lo alto de la tabla, pero el primer tiempo dejó una imagen irregular, con un equipo que empezó mandando y acabó absorbido por la presión y el ritmo del Rayo. La decisión de Xabi Alonso de ubicar a Valverde como lateral derecho, otra vez, volvió a pasar factura: el equipo perdió un mediocampista en la zona donde el partido estaba vivo. Sin esa pieza, la circulación fue más espesa y la gestión del ritmo dependió demasiado de Camavinga, obligado a cubrir demasiado campo. El Madrid necesitó más balón y más pausa.
El arranque fue blanco. Arda Güler, activo entre líneas, lanzó el primer aviso con un zurdazo desde la frontal que obligó a Batalla a intervenir. Poco después, Vinicius firmó una media vuelta en el área que parecía gol, pero el guardameta franjirrojo respondió con reflejos felinos. Incluso Asencio rozó el 0-1 en un cabezazo que se marchó por centímetros. En esa primera media hora, el Madrid encontraba espacios y llegadas, especialmente cuando Vinicius arrancaba en uno contra uno. Su duelo con Ratiu fue intenso y eléctrico, con el rumano viendo la amarilla tras verse superado en una transición.
Sin embargo, el paso de los minutos cambió el guion. El Rayo decidió presionar alto, dificultar la salida blanca y convertir el centro del campo en un espacio de choque y recuperación. A partir de ahí el Madrid se fue diluyendo. Camavinga, encargado de sostener la medular, tenía demasiadas funciones: iniciar, corregir, presionar, cubrir. Valverde, sacrificado como lateral, dejó la zona interior huérfana. Brahim bajó a recibir, pero se desconectó del frente de ataque. Y Mbappé… simplemente no estuvo.
El francés terminó el primer tiempo como el jugador del Real Madrid con menos intervenciones (11 toques), sin disparos, y un solo contacto en el área rival. No apareció entre líneas, ni encontró rupturas. Uno de esos tiempos donde parece fuera del partido… aunque se sabe que puede cambiarlo todo en una jugada.
La réplica del Rayo llegó con fe en su plan. Ratiu tuvo la ocasión más clara para los locales: se coló en el área y su derechazo fue repelido por Courtois. También De Frutos ganó duelos en carrera y forzó situaciones en el borde del área. Los locales cargaron área con centros continuos, sin un nueve fijo pero sí con llegada de segunda línea. Y cuando Pedro Díaz cayó lesionado, la entrada de Pacha Espino reforzó todavía más la idea de presión y contacto.
El tramo final del primer tiempo fue una señal clara: el Madrid no estaba cómodo. El Rayo empujaba, anticipaba y obligaba a los blancos a jugar hacia atrás. Los de Xabi Alonso, que empezaron atacando, terminaron defendiendo su propio ritmo.
Segunda parte: El Rayo se envalentona y el Madrid agoniza entre ocasiones y reclamaciones
La reanudación llegó con noticia en el banquillo blanco: Militao entró por Huijsen, que se marchó amonestado y superado en algunos duelos. Xabi Alonso buscó templar el eje defensivo, pero el arranque del segundo acto confirmó lo que Vallecas llevaba oliendo desde antes del descanso: el partido se jugaba donde quería el Rayo. El bloque de Íñigo Pérez adelantó metros, mordió cada salida y convirtió cada recuperación en amenaza inmediata.
Arda Güler pidió penalti nada más arrancar, pero la respuesta fue un vendaval franjirrojo. De Frutos rozó el gol en un centro de Pacha Espino que Courtois salvó achicando con oficio, y Álvaro García perdonó la más clara del encuentro enviando por encima del larguero un pase atrás de Ratiu dentro del área pequeña. El Madrid sufría, y lo hacía porque el partido ya no tenía dueño en la medular. El equipo blanco no encontraba pase vertical ni línea de apoyo: cada pelota era un duelo y casi siempre lo ganaba el Rayo.
Entre tanto, Bellingham trató de imponer pausa y jerarquía. Control magnífico a la espalda de Ciss y zurdazo potente, pero Batalla, otra vez decisivo, le negó el gol con una intervención firme al primer palo. Vinicius también dejó una conducción profunda, y Mbappé tuvo su primer aviso serio, cruzando un disparo que pasó rozando el poste. Pero el valor de esas ocasiones fue aislado. No marcaban secuencia. No sostenían un plan.
El Rayo, en cambio, sí sabía a qué jugaba: robo, velocidad, centro y área. Sus bandas eran puro filo. Chavarría y Ratiu ganaban metros con continuidad, Isi probaba desde lejos —incluso intentó sorprender desde el centro del campo al ver a Courtois adelantado— y Vallecas rugía a cada recuperación como si fuera media ocasión.
Xabi Alonso lo vio claro y movió pieza: Ceballos por Brahim en busca de pausa, control y claridad en la entrega. El efecto esperado estaba por verse. Nada más hacer el cambio, el Rayo respondió también desde la banda: Fran García y Óscar Valentín al césped para mantener la intensidad y el ritmo del duelo. A estas alturas, el partido ya no tenía dueño, pero sí una sensación dominante: el Rayo creía en el gol. El Madrid, aún no.
A partir del minuto 71, el partido entró en un tramo donde la emoción se impuso al control. Xabi Alonso apostó por Ceballos para recuperar mando en el medio, pero la reacción más inmediata la tuvo el banquillo rayista, con un doble cambio que mantuvo el ritmo físico y la agresividad en las bandas. El Rayo siguió creciendo por fuera: Chavarría y Ratiu, dos auténticos aviones, siguieron rompiendo líneas, atacando la profundidad y obligando al Madrid a recular metros y esfuerzos.
Aun así, el equipo blanco amenazaba con la calidad de sus futbolistas. Valverde rozó el gol con un derechazo abajo que Batalla sacó con reflejos felinos, mientras Mbappé buscó su gol con un disparo cruzado que se marchó rozando el poste. Pero la sensación ya era otra: el partido tenía una dirección emocional muy clara, y el que creía era el Rayo.
Álvaro García perdonó el 1-0 dentro del área pequeña. Isi probó desde casi el centro del campo viendo a Courtois adelantado. Unai López disparó y Valverde bloqueó al límite. El partido se jugaba en la mitad que quería Íñigo Pérez. El Rayo lo tenía cerca.
Xabi Alonso respondió obligando la máquina: Güler, Bellingham, Rodrygo, Vinicius y Mbappé coincidieron sobre el césped. Era el “todo al ataque” del técnico tolosarra, convencido de que el talento acabaría inclinando la noche. Pero el físico empezó a pedir cuenta: Valverde pidió el cambio por molestias y Trent entró para cerrar y lanzar desde atrás.
Los minutos finales fueron un ejercicio de supervivencia y ambición mezclados:
- Mbappé pidió penalti por un agarrón de Chavarría.
- Batalla despejó todo lo que flotaba en el área.
- Gumbau mandó un balón fuera del estadio para frenar la sangría.
- Óscar Valentín rozó el gol con un disparo al borde del área que salió lamiendo el larguero.
- Carreras salvó un pase de gol sobre su propio punto de penalti en el añadido.
- Arda Güler rozó el gol en propia del Rayo con un centro envenenado.
- Alemão se precipitó en la última contra, con Fran Pérez completamente solo para empujar.
El pitido final no dejó solo un marcador, dejó sensaciones. El Rayo se ganó el derecho a creer con un partido valiente, vertical y descarado, sostenido por el empuje de su estadio y la energía de sus bandas. El Real Madrid, en cambio, mostró dos caras: la del talento capaz de romper cualquier plan y la del equipo que todavía está aprendiendo a resistir cuando no domina.
Próximos compromisos:
Tras el parón internacional, el Real Madrid visitará al Elche CF el 23 de noviembre a las 21:00 h.
Por su parte, el Rayo Vallecano enfrentará a domicilio al Real Oviedo, el 23 de noviembre a las 21:00 h.








