El Mundial de Clubes nos está dejando historias maravillosas. Más allá del calor, los horarios y el cansancio acumulado de los jugadores, esta competición nos permite descubrir equipos a los que, de otra forma, no podríamos ni ubicar.
Este es el caso del Mamelodi Sundowns, equipo sudafricano que consiguió su clasificación para el Mundial de Clubes al ser uno de los cuatro mejores equipos de la CAF (Confederación Africana de Fútbol).
Si bien es cierto que nunca han tenido un extenso palmarés en la Champions League africana, siempre han llegado a las últimas rondas, lo que les ha valido para sumar valiosos puntos de cara a su clasificación.
Emparejados en un grupo variopinto con Borussia Dortmund, Fluminense y Urawa Red Diamonds, el conjunto sudafricano estuvo a punto de dar la sorpresa y clasificarse para los octavos de final. En el encuentro del día de ayer, tuvieron a Fluminense (equipo campeón de la Libertadores no hace mucho) contra las cuerdas, y en caso de haber marcado un solo tanto, habrían dejado fuera al equipo brasileño.
La felicidad por bandera, la identidad del Mamelodi Sundowns
Pero al Mamelodi Sundowns no solo se le conocerá por su divertido juego, sus buenos jugadores y un ambiente en las gradas único, sino también por la manera en que afrontan una derrota. Ayer, pese al esfuerzo y la eliminación, levantaron el ánimo de toda la grada con un baile final en honor a esas personas que les han estado animando durante su periplo en Estados Unidos.
Y es que este Mundial de Clubes quedará en el recuerdo tanto para el club como para muchos jugadores, pues es un escaparate de dimensiones globales. Iqraam Rayners, Teboho Mokoena o el brasileño Lucas Ribeiro han sido los nombres propios que seguro han levantado muchas miradas.
Ahora, tras perder la final de la Copa de Campeones Africana y demostrar un gran nivel en el Mundial de Clubes, el próximo límite del Mamelodi Sundowns solo puede ser el cielo.