Cualquier adjetivo de carácter negativo podría definir el regreso del Celta a la Europa League en Stuttgart. Su derrota por 2-1 en el MHP Arena, en el que fueron totalmente superados, deja muchas dudas por el planteamiento utilizado. Optando por huir de su estilo característico, decantando la balanza hacia un lado más conservador, no fueron quienes de hacerle daño a los alemanes. Ni por asomo. Solo en los últimos minutos aprovechando un despiste defensivo que acabó en el tanto de Borja Iglesias.
Un choque que muestra peligrosamente ciertos planteamientos fallidos de Claudio Giráldez, desconociendo si puntuales o no, que están coincidiendo con el no conocer la primera victoria de la temporada, perdiendo en algunos días hasta su propio fútbol. Bien saben en Vigo que cuanto más tiempo rechazan el balón y están defendiendo, lo van a pasar mal. Las cargas de minutos, el rival a batir, el escenario incluso, son factores a los que se agarró el porriñés al término del partid. Pero sí acabó siendo autrocrítico consigo mismo. Este VfB Stuttgart – Celta de Vigo supone un buen punto de reflexión sobre si es lo que realmente necesita y quiere esta temporada el cuadro olívico para partidos de alto nivel: renunciar a sus puntos fuertes.
Seña de identidad pero a medias
Quizá lo más preocupante de la lectura que se puede hacer de esta jornada inicial europea es preguntarse dónde está aquel Celta que enganchó. ¿Dónde está aquel equipo atrevido independientemente del rival? Eso es algo que está faltando durante esta campaña, al menos de forma regular. Los mejores minutos de esta 25/26 en clave celeste fueron cuando las piezas tratan de atreverse y jugar con velocidad. Casualmente cuando se quiso el balón, que siempre fue la base del éxito de este proyecto.
Sin embargo, los vigueses optaron por esperar un poquito más a los alemanes y lanzar un juego más directo sobre los delanteros. El problema es que no llegó a funcionar, y vistos los problemas que daba la gran presión del Stuttgart en campo rival, se vieron bastante limitados a dar palos de ciego con esa propuesta. Tanto Borja Iglesias, como Ferrán Jutglà, como Pablo Durán, fueron incapaces de ganarle la batalla aérea a los centrales para jugar de cara e iniciar la transición. Hay que sumarle también que Aspas tampoco estuvo acertado para ser determinante en esa faceta de enganche entre el medio y los delanteros.
Por otro lado, el no tener a un futbolista sobre el verde que ayudase a mantener la calma e intentar filtrar pases tuvo que ver. El centro del campo formado por Fran Beltrán e Ilaix Moriba siguió en la línea del resto del equipo. La dupla no estuvo muy presente, más decantada a una batalla física en esa zona para lanzar ataques rápidos. Limitada también por las fases de bloque bajo, donde no destacan especialmente. Es más, se vio en el gol que el que roba precisamente es Ilaix por ir a presionar de forma valiente.
Pero el no contar con individualidades como Hugo Sotelo, que una vez entró coincidió con los mejores minutos visitantes, Damián o Miguel Román determinaron la incapacidad de retener la posesión un tiempo al menos prudencial. No sería nada descabellado juntar a varios de estos con Ilaix o Fran en un trivote, tal y como se probó en pretemporada.
¿Solo a disfrutar o también a competir?
Otra cuestión que aflora de la dolorosa derrota, no por el resultado sino por las formas, es si el discurso público de «disfrutar» solo se limita a mostrar imágenes como las de ayer. El año y medio de Claudio invita a pensar que no, que de ninguna forma, y que forma parte de ese «continuo aprendizaje» al que se refería Iago Aspas en la previa. Pero la sensación que ha dejado este Celta es de que ha ido únicamente a vivir la experiencia, lo que no deja de doler al celtismo. Al menos lo dio que pensar, sobre todo a esos 1231 que se desplazaron para ver este Stuttgart – Celta.
Aunque lo cierto es que a este Celta le está costando un mundo encontrar soluciones ofensivas. Y días en los que de verdad se vuelva a atrever sin miedo. Esa fuerza era lo que más determinante hacía a este equipo. Van varios encuentros que dejan bastante que desear en este plano. Aunque hay dos factores que siguen influyendo.
Uno es perder un perfil como Fer López sin darle recambio, pues Iago no será siempre eterno, y de ahí a que veamos cosas nuevas como probar con dos jugadores similares en ataque u apostar por jugadores más verticales. El segundo es que la versión colectiva sigue estando lejos de la 24/25, algo que viene al tema más allá de solo buscar culpabilidades en Claudio. Tal vez la explicación de las dos derrotas y cinco empates cosechados vaya por la segunda opción, más que por un tema de propuesta.
Pero sí está coincidiendo que en contextos como estos, Claudio Giráldez habría sido más intervencionista la temporada pasada. Ya se le había visto cambiar a varias piezas al descanso o poco después de él para encontrar soluciones, o al menos intentarlo. Sorprendió en parte que hablara de pensar en los siguientes partidos, como a modo de repartir cargas. Eso quizá sea un gran condicionante que esté limitando al porriñés de hacer más cosas desde la banda y lo que pueda estar preocupando en exceso a un cuerpo técnico que no deja de ser nuevo en la élite. Sea como sea, esta derrota debe hacer ver a la plantilla que rechazar los cimientos de su éxito particular no le da resultado.
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